Si hace un año alguien nos hubiera dicho que el virus SARS-COV2, que ya empezábamos a ver por la tele en China, iba a poner al mundo entero del revés nos habría sonado a ciencia ficción. Pero el 14 de marzo de 2020 España decretó el Estado de Alarma y, desde entonces, la vida cambió para todos.
Adaptados a casi todo
En estos 365 días con sus noches, hemos tenido que adaptarnos a casi todo: aprendimos a encerrarnos en casa, a teletrabajar - una modalidad que ha llegado para quedarse- y a hacer de maestros a tiempo completo con nuestros hijos. Descubrimos que un comedor puede convertirse en un gimnasio y aprendimos a desinfectar sin descanso y a respirar bajo una mascarilla.
"Un infierno"
Si una palabra definiera el último año, ¿cuál sería? : Extraño, horrible, terrorífico, desastroso o "un verdadero infierno" han sido algunas de las que más nos han transmitido los extremeños, pero nosotros añadimos otra: resiliencia.
Resiliencia
Porque aunque todavía hoy la distancia y las mascarillas impiden ver nuestra sonrisa, hemos aprendido a transmitir con los ojos y los abrazos mudos. Porque llevamos un año sin grandes viajes, pero gracias a eso estamos conociendo más de cerca nuestros pueblos y paisajes.
Porque a pesar de los bares cerrados, no hemos renunciado a una buena comida en casa. Y porque, aunque todavía no haya fiestas ni podamos divertirnos con muchos amigos, cuando salimos, saboreamos cada segundo como si fuera el último.
Ya queda menos
Es verdad que hemos perdido a muchos, a demasiados, en el camino. Y sí, todavía nos faltan los abrazos de los que más queremos. Pero, un año después, las vacunas abren la puerta a la esperanza. Y hemos empezado la cuenta atrás para que lleguen los reencuentros y las celebraciones con mayúsculas.
Y entonces las pantallas darán paso a los abrazos. Porque volverá la vida y la victoria a esta batalla que ganaremos juntos y sin miedo.