Este 27 de junio es el Día Internacional de las Personas Sordociegas. Aunque no existe un censo oficial en Extremadura, la Federación de Asociaciones de Personas Sordociegas de España (FASOCIDE) estima que unos 160 extremeños padecen esta discapacidad única y especialmente grave, que afecta, hasta anular en algunos casos, los sentidos de la vista y el oído.
El inspirador mensaje de Alejandro y Javier
En Extremadura Noticias nos han contado su día a día dos jóvenes extremeños que vencen esta doble deficiencia sin miedo y con muchos retos.
Alejandro Martínez es pacense, tiene 29 años y, a pesar de que desde los tres años lucha contra la sordoceguera, es un internauta nato y un gran aficionado a la fotografía.
Javier García no se queda atrás. También tiene 29 años, es de Plasencia, pero vive él solo en Madrid. Y no se desenvuelve mal en la capital. Coge el metro, se comunica con su móvil gracias a un sistema electrónico que convierte al instante el texto escrito en braille y trabaja como asesor jurídico para un grupo empresarial de 35.000 empleados, donde se considera uno más: “Creo que soy una persona más, que me levanto, voy al trabajo, hago deporte, estoy con mi pareja y amigos”.
“Creo que soy una persona más, que me levanto, voy al trabajo, hago deporte, estoy con mi pareja y amigos”
El montañismo es su gran pasión. El verano pasado coronó la cumbre más alta de Europa y el año que viene, una pase la pandemia, espera ascender al Aconcagua (Argentina) y al Kilimanjaro (Tanzania).
Principales reivindicaciones
En su Día Internacional, todos ellos, quieren concienciarnos de la complejidad de sus necesidades. La crisis del COVID-19 ha constatado su vulnerabilidad, ya que el tacto es esencial en su comunicación.
Para conseguir su plena inclusión reclaman una sanidad pública adaptada a sus limitaciones visuales y auditivas. Y, entre otras cuestiones, que los servicios de urgencia cuenten con un servicio 24 horas de guía intérprete.
Bastón identificativo rojo y blanco
Son muchas las barreras que se encuentran las personas sordociegas en su día a día. Para derribarlas y tener autonomía utilizan un bastón identificativo, con franjas blancas y rojas. Con este doble color pretenden que todos los viandantes seamos conscientes de sus problemas de visión y oído.