Caracoles, babosas, ratones, langostas… son muchos los animales que salen de sus escondrijos subterráneos tras las lluvias. Los sapos también forman parte de esta lista. Ocupan refugios subterráneos, cálidos y húmedos, durante períodos de inactividad diaria o estacional, emergiendo sólo cuando llueve. Hay un equipo de científicos españoles que ha tratado este tema: ¿Cómo saben estos anfibios que está lloviendo en si están escondidos bajo tierra?
Cuando llueve, las gotas de lluvia golpean el suelo produciendo ondas, similares a las que producen las baquetas sobre la membrana de un tambor. En el oído interno de estos animales hay una especie de “detector sísmico” que les avisa del impacto de las gotas de lluvia y el suelo. Se trata de un fenómeno ondulatorio de baja frecuencia, el cual es inaudible para nosotros.
Un equipo de científicos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN) ha realizado un estudio con sapos procedentes de las dunas del Parque Natural de Doñana (Huelva). Allí capturaron dos especies: el sapo de espuelas (Pelobates cultripes) y el sapo corredor (Bufo calamita).
En el laboratorio recrearon su entorno natural. A los animales se les separó en dos recintos: en uno de ellos se enterró un transductor táctil, un dispositivo capaz de generar vibraciones en el suelo, similares a la de la lluvia, a unos 10cm; mientras que en el otro no había nada, a modo de placebo.
"Al abordar este estudio nos preguntamos cómo saben los sapos que está lloviendo si el suelo subterráneo donde se guarecen ya está húmedo", comenta el investigador del MNCN, Rafael Márquez.
Cuando el transductor generaba esas ondas el grupo de científicos notaron que los sapos salían de sus escondites unos 26 minutos antes que los que no lo recibían. Y no sólo eso, sino que salían más. Hay firmes sospechas que este hecho se puede generalizar a las otras familias de los anfibios que viven en áreas desérticas.
El oído interno de los anfibios anuros (los sapos y las ranas) contiene tres órganos que sirven para la detección de sonidos transmitidos por el aire y por el sustrato: la papila anfibia, la papila basilar y el sáculo. La papila basilar se utiliza presumiblemente para detectar sonidos en el aire (como los reclamos reproductivos), pero el sáculo y, en cierta medida, la papila anfibia, no se tiene muy claro cuál es su papel. Parece que están involucrados en la detección de vibraciones de baja frecuencia transmitidas por el suelo, en particular, las provocadas por las gotas de lluvia. Esto también explicaría porqué se esconden con tanta rapidez al detectar nuestra presencia: no es por el ruido que hacemos, sino por nuestras pisadas.
El artículo lo puedes leer al completo aquí: http://dx.doi.org/10.1016/j.cub.2016.11.005 o aquí https://idus.us.es/bitstream/handle/11441/102543/Synthetic%20rainfall%2…;