La transición hacia una industria más respetuosa con el medio ambiente es un reto que trae de cabeza a numerosos sectores económicos. Hace 6 años unos 200 gobiernos se comprometieron a adoptar medidas para la reducción de las emisiones de CO2 mediante el Acuerdo de París con el objetivo que evitar que la temperatura global del planeta no llegue a superar 1,5ºC de aquí a 2050.
Para cumplir con el objetivo fijado, el sector del oro debe recortar las emisiones de carbono entre un 27% o en 46%, respectivamente, para 2030, y en un 80% y un 92% antes de 2050. Sin embargo, ya la comisión de las Naciones Unidas advierte que esas medidas sean más drásticas.
En el caso de la industria del oro, para obtener una pequeña cantidad de este metal es necesario procesar muchas toneladas de mineral lo que, a su vez, requiere de grandes cantidades de energía. Por eso, en términos de volumen, este proceso es muy intensivo en la generación de gases contaminantes. “Las emisiones de gases de efecto invernadero provocadas por la extracción de oro son significativamente más reducidas que las de la mayoría de minerales”, afirma Terry Heymann, director financiero del Consejo Mundial del Oro.
De hecho, cada año se extraen unas 3.000 toneladas de oro, cantidad muy pequeña si la comparamos con las 7.300 millones de toneladas de carbón o los 1.600 millones de toneladas de acero.
Sin embargo, desde el Consejo Mundial del Oro entienden que esto no es suficiente y que hay que ir más lejos. Diversas compañías ya han dado pasos en este sentido, con la creación de minas alimentadas por fuentes de energía renovables como la solar o la hidroeléctrica, además de una optimización de los sistemas de ventilación.
Pero, además, el oro puede ser un gran aliado en la lucha contra el cambio climático. Tiene un papel fundamental en las tecnologías que contribuyen a facilitar la transición hacia una economía de bajas emisiones de carbono. Por ejemplo, este metal se utiliza en un amplio abanico de aplicaciones que contribuyen a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, como el uso de catalizadores que consiguen que el CO2 se convierta en combustible, además de optimizar el rendimiento de los paneles solares.
Esta transición de “enverdecimiento” de la industria del oro está siendo seguida muy cerca por Wood Mackenzie, un grupo global de consultoría e investigación en energía, donde se evalúan los progresos de este sector hacia un camino más ecológico de aquí a 10 años. Hasta la fecha, se prevé que los proyectos de energía más limpia ya implementados y planificados generarán ahorros de más de 3 megatoneladas (3 millones de kilos) de CO2 equivalente al año, que es el 5,5% de las emisiones totales de la industria del oro en 2019. Esto equivale a retirar de las carreteras aproximadamente 654.000 automóviles. Por ahora, la que mejor encaminada va es la minería del oro latinoamericana ya que se espera que los proyectos actuales reduzcan la intensidad de las emisiones en la electricidad en 21%.
Se estima que en 2019 la industria del oro emitió a la atmósfera 55 millones de kilos de CO2, un 0,2% de las emisiones de carbono mundiales.