La semana pasada se presentó un paquete de objetivos con el fin de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 55% si lo comparamos con los valores anteriores a la Revolución Industrial, hace dos siglos y medio. Esto supone una actualización a los planes previos, que fijaban el techo en el 40%.
La idea está liderada por Frans Timmermans, vicepresidente de este organismo y encargado del Pacto Verde. En menos de un año debe ser aprobado por los países miembros y por el Parlamento Europeo y la tramitación no puede durar mucho. Debe estar lista en menos de un año.
A este conjunto de medidas se le ha llamado “Fit for 55” y establece límites más estrictos para cercar aún más a las industrias muchas de ellas amparadas por el mercadeo de las emisiones (ETS), así como otros sectores fuera de este sistema, con son el de la agricultura o el de la edificación.
En el documento se propone encarecer productos importados (como el acero) pero que no incluyan un precio nacional para los combustibles fósiles (el llamado mecanismo de Ajuste en la Frontera del Carbono), además de la creación de nuevos impuestos fronterizos para evitar el trasiego de CO2 a otros países vecinos como pueden ser los balcánicos o Ucrania. Otra de las ideas presentadas es el cambio en la fiscalización del petróleo, de la gasolina, de la electricidad y del gas. Aún no hay nada determinado, ya que se necesita un consenso de varios países.
Se propone un límite comunitario más estricto para el CO2 de los automóviles.
También se pone en cintura al sector aeronáutico. La UE tiene en mente la reducción de los derechos gratuitos de emisiones de CO2 del que se aprovechan desde hace 10 años las aerolíneas europeas dentro del Sistema de Comercio de Emisiones.
Estas decisiones son muy importantes, ya que marcarán la hoja de ruta contra el cambio climático de los años venideros y nos afectarán directamente a nuestros bolsillos. «Será el primer intento de decir que no sólo nos comprometemos con cifras, sino que tenemos un conjunto de políticas –muy precisas– en una región en la que los países tienen geografías, sistemas sociales, combinaciones energéticas y niveles de riqueza diferentes, lo que obliga a los responsables políticos a encontrar compromisos que sean justos y ambiciosos», explicaba Laurence Tubiana, directora general de la Fundación Europea del Clima.
También se tiene en cuenta una transición ecológica justa para los distintos estamentos sociales hacia un gasto energético y de combustible más verde, independientemente de su poder adquisitivo. Así, el Fondo Social del Clima revisará hasta cuándo y cómo las centrales eléctricas pueden quemar carbón o hasta cuándo los fabricantes de automóviles deben dejar de lado el motor de combustión interna. En este sentido, el Gobierno de Reino Unido quiere que en 2050 ya esté toda su red de transporte (tanto pública como privada) totalmente descarbonizada; es decir, con cero emisiones.