Un episodio de fuertes tormentas barrió de lleno la península Arábiga a mediados del mes de abril. El primer país afectado fue Omán donde las riadas se llevaron por delante a 18 personas. Al día siguiente cayeron más de 160L/m2 en Dubái, la capital de los Emiratos Árabes Unidos, en un intervalo de pocas horas. Cifra que es el doble de la media anual, sumiendo a la ciudad en un caos.
Este episodio fue la combinación de varios condicionantes. El primero, la presencia de un núcleo de aire frío en altura; el segundo, el golfo Pérsico con una temperatura entre 1 y 3ºC más alta de lo habitual y, por último, factores orográficos locales. Todos ellos formaron la combinación perfecta para darse el peor de los escenarios. Sin embargo, los modelos meteorológicos fueron capaces de simularlo con una semana de antelación. Algo impensable hace unas décadas. Fue, sin duda, un logro más de la predicción meteorológica.
Les faltó tiempo a los ‘trolls’, haciendo gala indirectamente de su profunda ignorancia, a achacar estos diluvios a la siembra de nubes que se está llevando a cabo estos países. De haber sido así, se hubieran necesitado miles de aviones y miles de toneladas de sales higroscópicas, para tener este resultado. Además, sería absurdo, ineficaz y derrochador, porque toda esa agua va directamente al mar y, por tanto, es inutilizada.
Se dio, además, el fenómeno de la “tormenta verde” que ocurre por la gran cantidad de agua líquida que contiene estos cumulonimbos gigantescos. Las gotas de lluvia absorben los colores del rojo al amarillo del espectro de la luz blanca procedente del Sol, dispersando los verdes y los azules. Se origina, por tanto, esa tonalidad azul-verdosa en las nubes y en el cielo.
Sobre este tema estuvimos hablando con Paco Martín León, meteorólogo y colaborador de Meteored. Esta entrevista se emitió el pasado martes, 23 de abril de 2024 en “El Sol sale por el oeste”. Pincha en la imagen y escucha la entrevista.