“Aquí puedes estar en España y Portugal a la vez, un pie en cada país”, nos explica Diego Bonifacio Silva, autor del blog Desde la duda. De ahí, el nombre de este lugar: las Casas de la Duda o as Casas de la Dúvida, según en el lado de la Raya en el que estemos. Un regato hace de límite natural.
Las casas del lado español pertenecen a Valencia de Alcántara, a la pedanía de El Pino, aunque durante años los habitantes no sabían en qué país estaban. “En los años cincuenta vinieron los militares portugueses a instalar los hitos fronterizos”, cuenta Diego. Su abuelo fue uno de esos habitantes. Llegó de niño para trabajar como cabrero y vivió aquí hasta pasados los setenta. También en el lado portugués hay cuatro casas “dudosas” que se encuentran despobladas.
Un recuerdo familiar detenido en el tiempo
La añoranza de una infancia feliz pasada en este lugar ha llevado a Diego a adquirir la casa familiar en la que hubo gente viviendo hasta el año 2002 y a tratar de conservar todo tal como se encontraba. La propiedad incluye la antigua tienda de ultramarinos que abrió en 1957 y que permanece intacta y detenida en el tiempo.
“La tienda vendía comestibles y también hacía de bar. Lo curioso es que estaba puesta a nombre de una mujer, de la tía Joaquina. Que en aquella época la titular del negocio fuera una mujer creo que es destacable”, comenta Diego en el programa El Lince con Botas de Canal Extremadura.
Pese a lo que pueda parecer, en este lugar recóndito y escondido se daba cierto trasiego económico. “Todas las semanas se mataban entre 20 y 30 cerdos que se criaban en estos parajes”. También el contrabando tuvo un papel destacado durante muchos años.
Ahora ya no quedan viajantes, comercios, ni contrabandistas. Solo este joven maestro sigue en la Duda, en este “último milímetro de España y primer metro de Portugal”. “En un mundo globalizado y urbano, quedarse aquí, parece raro”. Pero es que esta frontera silenciosa y casi invisible forma parte de nuestra identidad y de nuestra Historia.