Este lunes ha comenzado en la Audiencia Provincial de Cáceres el juicio por el crimen de Logrosán. Durará tres días, hasta el miércoles. Se juzga la muerte, por apuñalamiento con una navaja, de un joven en esa localidad el 2 de noviembre 2019. Los acusados, una madre y un hijo, podrían enfrentarse a penas de 22 años de cárcel.
El juicio ha comenzado con la conformación del jurado popular y la declaración de los acusados, madre e hijo. El segundo ha negado los hechos, asegura que fue el fallecido el que le atacó y él solo actuó para defenderse. Una versión que corroboraba después su madre.
La Fiscalía pide para cada uno de ellos 22 años de cárcel y la acusación particular sube esa petición de pena hasta los 25, por un delito de asesinato con alevosía. Además de una indemnización de 300 mil euros en total a los padres y hermana de la víctima.
La defensa, en cambio, considera que los hechos no pueden ser acreditados y pide la libre absolución para sus representados. Este lunes podrían declarar también los primeros testigos. En total, pasarán por la Audiencia Provincial de Cáceres más de una veintena, entre familiares, guardias civiles y médicos forenses.
Los hechos
Todo ocurrió junto al bar Capitol de la localidad cacereña. Allí apareció el cuerpo sin vida de Óscar Gómez, un joven mecánico de 32 años. Unos restos de sangre dieron a la Guardia Civil pistas de donde comenzó la reyerta que terminó en tragedia.
Según el escrito de la acusación pública, a las tres y media de la madrugada del 2 de noviembre de 2019 la madre y el hijo estaban en el bar Capitol de Logrosán, que regentaba el hijo.
Él recibió entonces la llamada de un amigo que aseguraba que se acaba de encontrar cerca del bar a la víctima, y que le confesó que había avisado a la Guardia Civil de que en el bar Capitol se vendía droga.
El hijo se lo dijo a la madre y los dos decidieron ir a buscar a quien les había acusado. Lo encontraron muy cerca del bar, notando que estaba afectado por el consumo de alcohol, cocaína y cannabis.
El escrito de la Fiscalía asegura que aprovecharon su estado para matarle con una navaja que llevaba el hijo en una riñonera. Según la acusación, la madre sujetó a la víctima y el hijo le dio dos puñaladas, sin posibilidad de defensa por parte del agredido, debido al estado en el que se encontraba.
Una puñalada fue en el tórax y la otra en el hombro izquierdo. La víctima del crimen anduvo unos metros hasta que se derrumbó en el suelo, donde falleció a causa de un «shock» hemorrágico hipovolémico. El arma del crimen no ha podido ser hallada.
La madre del fallecido declaró que unos días antes del crimen que el acusado le había enseñado unas balas diciendo que eran para su hijo. Tras ser detenido, reconoció que había causado la muerte del joven mecánico.