El previsible cierre de Almaraz supone un reto para toda España: el de cómo cubrir su hueco energético. Los dos reactores extremeños cubren el 7% de toda la demanda del país, el equivalente a cuatro millones de hogares. La gran mayoría de esa producción se exporta a zonas altamente pobladas e industrializadas; Madrid, por ejemplo, estima que el 15% de la energía que consume viene de Almaraz.
Los expertos temen que su desaparición provoque un encarecimiento del recibo, "hay estudios que estiman entre un 7 y un hasta un 15% más", asegura Ángel Carlos Bernáldez, experto energético de Arranz Consultores.
El motivo, que la nuclear es una energía estable y disponible las 24 horas del día; para sustituirla en periodos valle de generación, solo hay una alternativa: acudir al gas ruso, estadounidense o argelino. Una desventaja competitiva que podría alejar inversiones empresariales en inteligencia artificial o centro de datos. "Nosotros -recuerda Bernáldez- ya nos hemos encontrado con casos de industrias importantes cuyos promotores han pedido garantía de conexión energética, pero el Ministerio ha optado por concursos de capacidad que están ralentizando mucho las inversiones; y muchas de esas empresas optan por irse a Francia, donde ofrecen ese suministro en cantidad y a precios bajos gracias a sus reactores nucleares". En la misma línea, la presidenta de la Decana del Colegio de Ingenieros Industriales de Extremadura, Patricia Bermejo, da por seguro que el cierre de Almaraz "reduciría la competitividad no solo de las industrias de gran consumo, sino de todas las demás, es un paso atrás".
Las energías renovables suponen ya una alternativa barata y competitiva en buena parte del día, pero los expertos recuerdan su talón de Aquiles: siguen sin poder almacenarse para acceder a ella cuando no haya sol, lluvia o viento.
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40 años de energía nuclear en Extremadura: La historia de la Central Nuclear de Almaraz