La despoblación es la gran amenaza del mundo rural. Los pequeños municipios pierden habitantes pero saben que su superviviencia pasa por fijar a la máxima población posible. Por ello, ponen en marcha diferentes iniciativas encaminadas a a fomentar la natalidad para mantener en las poblaciones a las familias.
Un ejemplo de ello es Higuera de Llerena. En esta localidad, desde hace tres años, el ayuntamiento sufraga la vuelta al cole para los pequeños. El consistorio permite, de esta manera, que los padres se ahorren el importe de productos como libros de texto, material escolar e, incluso, productos de higiene personal. Además, abonan un cheque-bebé de 100 euros mensuales para las familias durante el primer año de vida de sus pequeños. Un desahogo en un municipio muy envejecido y con una alta tasa de desempleo.
Es sólo una de las medidas adoptadas para frenar un problema que azota a nuestros pueblos. En la provincia de Cáceres, 50 localidades no registraron ni un sólo nacimiento en 2020. Una de ellas, Pescueza. Y eso que, desde el ayuntamiento tratan de mimar, de igual manera, a los más mayores y a los más pequeños. Sólo quedan 16 niños en el municipio y su escuela cerró hace 30 años. Tan sólo permanece abierta su ludoteca.
Algo parecido ocurre en Cachorrilla. Con tan sólo 95 vecinos, sólo cuatro son niños. Según su alcalde, la falta de servicios agrava el problema. Y es que no hay ni colegio, ni farmacia, ni banco, sólo un pequeño economato y el bar.
Pero ojo, el problema de la despoblación empieza a trasladarse también a las ciudades extremeñas. En Cáceres y Plasencia, según el INE, en 2020 registraron más fallecidos que nacidos.