El Papa Francisco quiso estar al lado de los jóvenes y tuvo gestos de acercamiento con ellos durante su papado. La última Jornada Mundial de la Juventud se celebró en Lisboa y hasta allí viajaron más de un millón y medio de católicos de todo el mundo, entre ellos, miles de extremeños.
Del Colegio San José de Villafranca de los Barros, jesuita como el Papa Francisco, salieron nueve autobuses cargados de fe e ilusión. Dos años después nos hemos reencontrado con algunos de ellos y han recordado cómo vivieron aquellos días, como Elena Martín: "Al final empiezas a revivir de nuevo ese recordar, todo lo que vivimos con él, todo lo que vivimos todos juntos". Carlos del Amo pone el acento en el objetivo común del viaje: "Ver allí tantas personas reunidas por un mismo motivo, unidos por una misma causa y para mí eso sin duda es mi mayor recuerdo".
El sacerdote jesuita Juanjo Aguado todavía recuerda la atención de esos jóvenes: "Un montón de jóvenes atentos a la escucha y sintiéndose escuchados por este Papa que ha sido un regalo para nosotros".
En Lisboa coincidimos con un grupo de la Diócesis de Coria-Cáceres y hemos vuelto a hablar con ellos. Hablan con cariño del Papa Francisco, a quien algunos pudieron ver de cerca, como Víctor Barrantes: "Una experiencia bastante fuerte, tanto por lo que vivimos allí como espiritualmente, sobre todo por los mensajes que nos dejó el Papa Francisco".
El Pontífice ha sido un ídolo para miles de jóvenes fieles. Solo esta JMJ congregó a más de un millón y medio de personas. Como predicaba el Papa, los jóvenes son la esperanza y la alegría de la Iglesia. "Una Iglesia abierta a todos"