Mientras que en Extremadura el calor nos ha dado un respiro en las últimas horas, no podemos decir lo mismo de Norteamérica, en especial en Estados Unidos, donde, a falta de pocos días para dejar atrás la primavera astronómica, una ola de calor les adelanta varias semanas al estío.
Ya en la jornada de hoy, jueves, se superan los 38ºC en amplias zonas del suroeste de Estados Unidos y del norte Méjico. Pero esto sólo es el aperitivo ya que seguirán subiendo durante lo que queda de semana. De hecho, se esperan temperaturas máximas de 47ºC en Las Vegas y superiores a los 50 en puntos de Nevada y de Arizona. Es muy probable que caigan récords correspondientes al mes de junio en estos estados.
El calor no da tregua tampoco durante la noche. No sólo tenemos la vista puesta en los registros vespertinos, también estamos pendientes de las mínimas que, en algunos casos, no bajarán de los 25ºC, e incluso de los 30ºC lugares desérticos como “El valle de la Muerte”.
"Temperaturas tan altas, tan duraderas en el tiempo y tan tempranas son la combinación perfecta para que esta ola de calor sea potencialmente peligrosa para los grupos sensibles”, dice el Weather Prediction Center.
Se trata de una ola de calor demasiado temprana para estar a mediados del mes de junio y que afectará contundentemente a más de 40 millones de personas y unos 200 verán cómo sus termómetros se cuelan de los 35ºC. Sin duda alguna, estas condiciones de calor extremo dispararán los efectos negativos sobre la salud y la mortalidad. Hay multitud de estudios que muestran que el calor es la principal causa meteorológica de muerte en Estados Unidos.
Este intenso calor viene a agravar la situación de sequía que se viene arrastrando desde hace varios meses. Más del 75% del país estadounidense está sufriendo un déficit en las precipitaciones y un 25% está en una situación excepcional. Los ríos bajan cada vez más secos, la cobertura nivosa de los últimos meses ha sido menor de lo habitual y los niveles freáticos están cada vez más profundos, y no sólo debido a que no llueve, sino también a las explotaciones agrícolas.
Un ejemplo de la gravedad del asunto lo muestra el lago Mead. Es el embalse más grande del país, con una capacidad de 35km3, unas 11 veces más que el embalse de La Serena. Actualmente se encuentra en el nivel más bajo de su historia y es muy probable esta tendencia se mantenga hasta noviembre, cuando cesen los riegos agrícolas.
Con este calor tan intenso se teme que se dispare la demanda eléctrica. Los operadores de redes en Texas y en California han pedido a sus clientes que no abusen del consumo con el fin de evitar los temidos apagones como ocurrió este invierno cuando varios millones de personas estuvieron sin calefacción en plena ola de frío.
“En los últimos años se está viendo una tendencia a que las olas de calor se están volviendo algo más húmedas”, según Alexander Gershunov, meteorólogo investigador de la Institución de Oceanografía Scripps en UC San Diego.
Por si esto fuera poco, los incendios provocados por las altas temperaturas, la baja humedad y el viento vienen a agravar la situación. A día de hoy se contabilizan más de 33 que han quemado 1.500km2 de superficie, según el Centro Interestatal de Bomberos. En particular, preocupa el que afecta al este de la ciudad de Phoenix (Arizona, 1,3 millones de personas) que ya ha calcinado más de 350km2. Las previsiones marcan que, si bien el calor aguantará durante el fin de semana, el viento irá amainando pero con humedades relativas demasiados bajas lo cual facilitará que el terreno se reseque aún más.