14 Mayo 2025, 14:00
Actualizado 18 Mayo 2025, 12:11

El Sol, nuestra estrella más cercana, calienta a la Tierra desde su formación desde hace 4.500 millones de años. Lo vemos diariamente con su rutinario viaje de este a oeste, de lunes a domingo. Lo vieron nuestros antepasados y lo verán las innumerables generaciones que viene por detrás. Todo, aparentemente, inmutable. Aparentemente.  

Las largas series de observación han mostrado que la cantidad de radiación solar que llega a la superficie terrestre no es tan estable como se pensaba: disminuyó notablemente en amplias zonas del mundo desde finales del siglo XIX hasta 1920, luego aumentó, luego volvió a caer en el periodo 1950 a 1980, para luego comenzar a recuperarse.  

Hace unas semanas se publicó un interesante artículo en la revista Advances in Atmospheric Sciences que puedes leer aquí:  https://link.springer.com/article/10.1007/s00376-025-4534-2  Estos cambios no son apreciables en la vida normal, pero sí que son medibles. Y aunque no parezca que sea mucho, condiciona parte de la tecnología actual, sobre todo las plantas de energía solar.  

Esta variabilidad es debida principalmente a cambios en la cubierta nubosa y en la concentración de aerosoles atmosféricos, siendo estos últimos resultado de la contaminación. Una parte de las partículas que conforman humos y cenizas actúan a modo de minúsculos espejos reflejando parte de la radiación solar, dando una vuelta de tuerca todo este embrollo.  

En la Universidad de Extremadura contamos con un equipo de físicos dedicados exclusivamente al estudio del Sol y de sus efectos sobre la Tierra. En esta entrevista hemos hablado con uno de ellos, el doctor Álex Pérez. Pincha en la imagen y escucha la entrevista que se emitió en “El Sol sale por el oeste” el miércoles, 14 de mayo de 2025. 

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