Seguimos, seguimos sin poder dar buenas noticias para los agricultores y los ganaderos, y a la sociedad en general. No se ven lluvias ni a corto ni a largo plazo.
Los modelos climáticos, algo diferentes a los meteorológicos que empleamos en la predicción diaria del tiempo, nos marcan un mes de septiembre con lluvias más escasas, por debajo de las habituales. La anomalía de precipitación para las próximas semanas son del -40% e incluso menos en todo el centro y oeste peninsular.
Esto quiere decir que, a día de hoy, los acumulados estarán por la mitad o menos en las vertientes atlántica y cantábrica. Centrándonos en Extremadura, esta desviación respecto a la media llega valores del -100% en el oeste de la región y este de Portugal, lo cual implica que en esos lugares no caerá una gota.
Al margen de la situación, está el Mediterráneo donde no se observa anomalía. En otras palabras, lloverá lo propio del mes.
Un pésimo broche de oro para un año en el que los pluviómetros han recogido menos agua de lo habitual. Los acumulados de lluvia desde el pasado mes de septiembre muestran porcentaje de precipitación por debajo de la media climatológica en buena parte de la comunidad. Porcentajes que caen del 75% en la provincia de Cáceres y sur pacense. En el lado opuesto, las comarcas de La Serena y de La Siberia ha llovido lo propio.
La razón de este periodo extenso de sequedad reside en el anticiclón de las Azores. Desde el pasado otoño (con la excepción de marzo y parte de abril) ha estado muy estático sobre el Atlántico, con un importante refuerzo de estabilidad en los niveles medios y altos de la atmósfera que prácticamente paralizaba y desviaba a las borrascas y así evitar que se acercasen a la península.
Es lo que se conoce como una situación de bloqueo que, como en estos casos, puede perdurar meses. Escenarios que, según los estudios de cambio climático, se pueden acentuar aún más en las próximas décadas afectando de lleno no sólo a la península, sino también a buena parte de Europa.