¿Cómo vivíamos hace mil años? ¿Qué comíamos? ¿Creíamos en un ser superior? ¿Cómo se organizaba la sociedad? Los descubrimientos arqueológicos, y las teorías que se formulan en torno a ellos, pueden arrojar luz. En Ceclavín (Cáceres), un equipo de investigadores compuesto por Martín Almagro Gorbea, Julio Esteban Ortega, José Antonio Ramos Rubio y Oscar de San Macario Sánchez han descubierto una roca, "tallada como una cama, con su almohada. A los pies de la cama tiene un sillón y, como el arroyo ha roto la peña, al otro lado hay un agujerito como para poner una candela, una lucerna y, en la parte que da a la cabecera, la han cortado para que sirviera de mesa".
Las investigaciones, muchas veces, se basan en la extrañeza: "Obviamente, una piedra así, en mitad de un berrocal, es algo que sorprende. Nos hemos puesto a estudiarla y hemos visto que, muy probablemente, se dedicara al rito del incubatio. ¿Qué es el incubatio? Pues es una creencia de la antigüedad -sigue explicando Martín Almagro Gorbea- de que, a través de los sueños, nuestros ancestros podían predecir el futuro: bien para saber si nos iba a ocurrir algo malo o si nos vamos a curar de una enfermedad. Es el único lecho con estas características que se ha encontrado en Europa Occidental y, por eso, tiene un gran interés".
En toda España, solo hay tres testimonios de incubatio, contando con éste. El de Ceclavín está situado junto a un arroyo y orientado hacia el norte, "verosímilmente hacia los numina o divinidades del más allá".
Datación y uso
La peña es de granito y, sobre su datación hay algunas pistas: "Todo el trabajo está hecho en hierro, lo que quiere decir que tiene que ser de los últimos siglos antes de nuestra era en adelante. Además, estos ritos, cuando llega el Cristianismo, ya no se practican: se te puede aparecer la virgen en sueños, sí, pero ya no se va uno al monte a realizarlos: son, por tanto, ritos paganos. ¿Podría ser de época romana? Es posible, pero los romanos estos ritos los hacían en santuarios específicos, dedicados a Esculapio [el dios de la medicina y la curación] o Isis [diosa egipcia cuyo culto se extendió por todo el mundo romano y a la que se invocaba también para sanar], así que lo lógico es pensar que son celtas". No se trata de un culto a las piedras "sino de pensar que, en ellas, había un espíritu que les daba vida y que era capaz de curarte o hacerte bien (o mal, si no cuidabas la piedra) o inducirte el sueño".
Para los investigadores, este hallazgo "confirma el interés que ofrece el estudio de las peñas sacras de la Península Ibérica como verdaderos monumentos arqueológicos, al margen de su importancia etnológica y para la historia de la magia y de la religión". Por eso Almagro Gorbea piensa que podría ser un recurso provechoso: "Extremadura tiene un patrimonio muy rico. Hemos localizado más de 200 piedras sagradas en el trabajo de estos últimos 20 años y puede tener mucho interés para potenciar el turismo en áreas más apartadas".
Creencias mágicas
Este tipo de lechos se orientaban al este, a la salida del sol. A la derecha quedaba el sur, al que llamaban "tuas", que significa "arriba": arriba gira el sol durante el día y arriba se sitúa la región favorable, la de los vivos, porque es el lado luminoso del mundo. A la derecha está el norte, "ichtar", que significa "abajo"; es decir, el lugar en el que sol pasa la noche. A este lugar se le llama "Sid" ("más allá") y allí es donde permanecen los muertos. En el "Sid" residen los héroes que otorgarían la revelación en el sueño de la incubatio.
El descubrimiento de esta piedra sagrada constituye un testimonio de las creencias mágicas en la religión popular prerromana "que no podemos conocer por otros medios. En efecto, las peñas sacras documentan ritos de las clases populares, que no se reflejan en la epigrafía ni en los hallazgos arqueológicos, pues se realizaban en elementos de la naturaleza no monumentalizados", como árboles o fuentes naturales.