La sequía y el calor condicionan este verano la campaña del tomate. Será más corta en duración y en producción.
La escasez de agua ha llevado a una reducción de la superficie cultivada en Extremadura superior al 20% con respecto al año pasado. Extremadura ha cultivado este año 18.611 hectáreas de tomate frente a las 23.340 de 2021. La reducción es mayor en la zona regable de Orellana, la más castigada por las restricciones de riego, con un 40% menos de hectáreas.
A lo anterior se le suman además los efectos negativos de las altas temperaturas sobre el tomate. El intenso calor durante períodos prolongados y en fechas tempranas han provocado que los tomates no hayan crecido lo suficiente, a la vez que ha asolanado muchos de ellos con pérdidas que los productores estiman por encima del 30%.
Industrias a medio gas
El calor ha provocado que el fruto haya madurado con antelación, por eso la cosecha se ha adelantado en torno a una semana y también la actividad en las fábricas.
Durante esta semana han comenzado a trabajar la mayoría de la quincena de industrias transformadoras de tomate de la región, pero lo hacen de momento a medio gas.
Este verano será difícil ver las factorías trabajando a pleno rendimiento por la importante reducción de mercancía que entrará en ellas al ser menores tanto la superficie cultivada como la producción. Esto hará también que la campaña sea más corta, al disponer de menos producto que transformar.
Al menos la industria espera que la merma en la producción se contrarreste con un mayor precio de venta del tomate transformado y esto equilibre la cuenta de resultados.
Al haber menor oferta en el mercado la previsión es que aumente el precio, algo que tienen prácticamente seguro porque apenas cuentan con mercancía de años anteriores almacenada en las factorías.
Orellana no sembrará arroz y reducirá un 60% la superficie de tomate