Este comienzo de semana es una pausa entre tormenta y tormenta y entre borrasca y borrasca que ha estado visitando los cielos de nuestra comunidad desde hace ya unos quince días. Aunque estamos acostumbrados a la bonanza que sugiera el refrán "como agua de mayo", los agricultores relativizan los efectos de estas últimas lluvias que han caído.
Así, el responsable de la sectorial del arroz de Cooperativas Agroalimentarias de Extremadura, Félix Liviano, apunta que "ese agua de mayo" viene muy bien para el arroz pues le ayuda a desarrollarse y anima a algún que otro agricultor a plantar un poco más. Lo mismo sucede con algún maíz tardío.
En cambio, este exceso de humedad es dañino para el tomate ya que le provoca hongos y bacterias, germina el poco cereal aún por recoger, pudre la paja y tumba el pasto que ha podido nacer desde San Isidro. Al menos, los regantes de las Vegas Altas se han ahorrado el abrir sus acequias para dar de beber a sus cultivos.
Lluvia, sí. Pedrisco, no
En las Vegas Bajas, el diagnóstico es muy similar del realizado desde Navalvillar de Pela a Don Benito. El presidente de Regantex, el portavoz de los regantes de Mérida y Montijo, Francisco Sánchez, concluye que estas últimas precipitaciones son un alivio para el regadío que se extiende hasta la frontera portuguesa.
Pero los surcos encharcados en estas fechas con altas temperaturas suelen significar más tratamientos fungicidas para intentar salvar lo sembrado. Y todo con la constante amenaza que supone el granizo y que haría mucho daño en los frutales.
Unos diagnósticos prudentes, a la espera de que la DANA que se aproxima, y que se llama Óscar, no sea destructiva para el campo extremeño y contribuya, de una vez, a llenar algo los embalses.