Desde noviembre hasta febrero son muy comunes las nieblas en Extremadura, pero no todas son iguales. En general, las hay de dos tipos: las que se forman en las cercanías de los embalses de La Serena, de Alcántara o de Valdecañas (debidas a un rápido enfriamiento del suelo que provoca la condensación de la humedad ambiental) y las que remontan los cursos del Tajo y del Guadiana desde sus desembocaduras. Las de este tipo suelen llevar un mayor aporte de humedad y, por tanto, mojan transformándose en una fuente de reserva hídrica para flora y fauna.
Esta particularidad es usada en varias partes del mundo como en Canarias y es un importante recurso para la obtención de agua potable. Cuando los vientos del noreste (los habituales alisios) recorren el Atlántico e inciden sobre las abruptas islas, el aire que desplazan se ve obligado a ascender y a enfriarse (y muy frecuentemente) a condensar su vapor interior para formar nubes y nieblas. En lo alto de las montañas han colocado unas rejillas muy tupidas que "atrapan" toda esa humedad y la almacena para su aprovechamiento. ¿Sería posible hacer esto mismo en Extremadura?
Sobre esta técnica estuvimos hablando con María Victoria Marzol, profesora de la Universidad de La Laguna y catedrática de Climatología, en "El mejor día de la semana" el 23 de noviembre de 2021.