En los últimos días hemos estado pendientes del episodio de altas temperaturas en los países bálticos. Este jueves saltaba la noticia de nuevos récords históricos de temperaturas máximas, a los que hay que sumar los de Siberia de esta semana.
Hasta 33,5ºC se midieron en la localidad finlandesa de Kankaanpaa Niinisalo (en el sur del país), tantos como en Badajoz esa misma tarde. Este dato supone superar la marca anterior correspondiente a un mes de junio de hace 81 años. Otras muchas estaciones pasaron además con facilidad de los 30, como la de la capital finesa, Helsinki, con 31.
Anticiclón y mucho sol
La causa de esta situación tan anómala reside en dos factores principales. El primero, la estabilidad en los niveles medios y altos de la atmósfera. La presencia de un anticiclón reforzado en altura inhibe la formación de nubosidad. Y por otro, aún estamos muy próximos al solsticio del verano, época en que en esas latitudes se superan las 19 horas y media de luz solar, lo cual ayuda a recalentar aún más el ambiente.
El Báltico, como una sopa
A todo esto hay que añadir un Báltico cada vez más caliente, en la última semana hasta 4ºC por encima de lo habitual. Es uno de los mares mejores investigados del mundo. En los últimos años se ha visto cómo este mar ha subido su temperatura 1,5ºC, cómo las zonas sin oxígeno se han multiplicado por 10 y cómo su acidez ha aumentado. Estos datos tan extremos son condicionados, además, por su topografía.
Veranos cada vez más cálidos
Se da, además, la circunstancia de que cada vez los veranos son más cálidos en las latitudes próximas al Ártico. En lo poco que llevamos de verano de 2020, este es ya el tercer verano más cálido en las últimas décadas.
Los termómetros suben hasta los 38º en el Círculo Polar Ártico