Cualquiera de nosotros entiende por sequía como un periodo más o menos prolongado (y aquí cada uno puede entenderlo como semanas o meses) en el que no ha llovido o ha llovido muy poco y que se traduce en una merma de las cosechas y en un racionamiento del agua potable.
Sin embargo, la escasez de precipitaciones trae consigo una cadena de consecuencias que dan lugar a los distintos tipos de sequía, según sus impactos en distintos sectores. Así, tenemos la sequía meteorológica que es el intervalo de tiempo en el que no llueve. Ese intervalo depende de la época del año (más extenso en verano) y de la zona: no es lo mismo estar un mes sin llover en San Sebastián que en Almería. A raíz de aquí, surgen los demás tipos de sequía.
A estos periodos de días consecutivos sin lluvia se denominan en Climatología como rachas secas. Aquí en Extremadura, en invierno estas rachas secas son de 7 a 10 días. Es decir, que invierno suele estar sin llover entre 1 semana y 1 semana y media. En verano esta cifra se dispara a casi el mes.
Le sigue la sequía agrícola que surge en cuanto decae la humedad de las capas más superficiales del suelo. Valores que se quedan lejos de satisfacer las necesidades de cultivos en una zona determinada. Dado que la cantidad de agua es diferente para cada cultivo, e incluso puede variar a lo largo del crecimiento de una misma planta, no es posible establecer umbrales de sequía agrícola válidos ni tan siquiera para un área geográfica.
Le sigue la sequía hidrológica que aparece cuando los niveles de ríos, de embalses y de aguas subterráneas están por debajo de lo habitual y que pueden impedir las demandas de la población y de los sectores económicos.
Y por último está la sequía socioeconómica, la que nos toca el bolsillo. Para que se dé no es necesario que aparezcan las restricciones de agua, basta con que algún sector socioeconómico tenga pérdidas por la escasez hídrica.
La creciente presión de la actividad humana sobre el recurso agua hace que cada vez sea mayor la incidencia de la sequía socioeconómica, con pérdidas económicas crecientes.
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