Desde mediados de marzo en los espacios de la información meteorológica de Canal Extremadura se ofrecen los índices de calidad del aire en la región proporcionados por la red REPICA, dependiente ésta de la Junta de Extremadura.
Se trata de un conjunto de seis estaciones, repartidas por las dos provincias. Cinco de ellas están ubicadas en las localidades de Badajoz, Cáceres, Mérida, Zafra y Plasencia y la restante, en el Parque Nacional de Monfragüe como muestra de un entorno rural.
Su misión son la vigilancia e investigación de la calidad del aire y la protección de la población frente a la contaminación atmosférica.
En estos puntos se miden los gases contaminantes más habituales: el dióxido de azufre (SO2), el óxido de nitrógeno (NO), el dióxido de nitrógeno (NO2), el ozono (O3), las partículas de un tamaño menor a 10 micras (PM10), las que tienen un tamaño inferior a 2,5 micras (PM2.5) y el monóxido de carbono (CO).
Recordemos que el origen del SO2 está en la combustión de carburantes fósiles que contienen azufre para producir electricidad. Los óxidos de nitrógeno (genéricamente NOx) también tienen un carácter antropogénico y en su mayoría provienen de los humos del tráfico rodado consumidores de diésel.
La población suele asociar el ozono (O3) con la protección que nos ofrece contra la radiación ultravioleta, pero a nivel de superficie este compuesto resulta es muy nocivo. Se dice de él que es un contaminante secundario porque se forma a partir del NO2 y de otros compuestos volátiles.
El monóxido de carbono es el gas producido por las estufas y los braseros de picón en un entorno de bajos niveles de oxígeno, dándose una combustión incompleta. Es el compuesto que da una “muerte dulce” a sus víctimas.
Por último, están las PM que son la materia particulada. Las de tamaño de 10 micras corresponden a polvo, ceniza, hollín, polen o restos de metal se las denomina por PM10. En nuestra región suelen dar valores alto en los episodios de calima intensa. Las PM2.5 son más pequeñas aún y pueden ser respiradas sin problema y pueden entrar sin dificultad de manera directa en el torrente sanguíneo.
Todos estos niveles están reglados por normativa europea, y cada uno tiene un intervalo de aceptabilidad específico. Para hacerlos accesibles al público no especializado, la información, además de hacerlo de manera cuantitativa, se muestra de manera cualitativa mediante un código de colores.