El calor. Ese compañero inseparable de cada verano y que cada vez se hace más intenso. Los compañeros de la redacción me comentaban que el Servicio Extremeño de Salud había notificado 3 muertes por golpe de calor en las últimas semanas. https://www.canalextremadura.es/noticias/extremadura/tres-extremenos-han-fallecido-por-golpes-de-calor-en-las-ultimas-semanas
Estos escenarios de altas temperaturas influyen indirectamente en la salud de los enfermos. Además de la habitual deshidratación, suelen aparecer cuadros de síncopes por calor y de agotamiento. Se agravan enfermedades crónicas cardíacas, pulmonares, renales y psiquiátricas, junto con un aumento de los accidentes cerebro-vasculares... e incluso un aumento de los partos prematuros. Se habla, por tanto, de una atribución y no de una relación causa-efecto.
Y es que el calor mata. Y lo hace más que el frío, así que eso de “morirse de frío” habrá que ir cambiándolo por “morirse de calor”. Pero, afortunadamente, cada vez tenemos mayor conciencia de ello. Protegemos con mayor hincapié a los bebés y a los ancianos y por este motivo son los que menos sufren los golpes de calor.
El equipo de científicos del Instituto Nacional de Salud, liderado por Julio Díaz y por Cristina Linares, atribuye en nuestro país 1.300 muertes al año a causa del calor y unas 1.100 a causa del frío. Atribuibles, insisto. Este matiz es importante porque, por otro lado, tenemos los golpes de calor que esos sí son causa directa de las altas temperaturas. Teniendo en cuenta esta diferencia, según este organismo en Extremadura se han dado 133 muertes atribuibles al calor, de las cuales 90 en el mes de julio que contrastan con los mencionados 3 de golpe de calor.
“El cambio climático no crea nuevas enfermedades, sino que amplifica y redistribuye las existentes” Chris Dye, director de Estrategia de la OMS
En el ámbito nacional, y según datos del Instituto Nacional de Salud Carlos III, se estima que el calor está detrás de manera indirecta de 679 muertes en la ola de calor de la semana pasada, dándose el pico el domingo 17, con 169, después de varios días de que medio país estuviese por encima de los 40ºC. De todos ellos, 430 tenían más de 85 años.
Para este tipo de estudios se utiliza la estadística MoMo, que mide la desviación de la mortalidad diaria respecto a la esperada según las series históricas de mortalidad y, consecuentemente, permite estimar de manera indirecta el impacto de cualquier evento en la salud pública.
Esto a día de hoy. Pero (y tiene toda la pinta) esta situación puede empeorar aún más la situación en el futuro. Este mismo centro ha estimado que estas cifras se podrían a llegar a multiplicar por 10 en los peores escenarios de cambio climático porque no hay duda de que cada vez tendremos veranos más calurosos. La AEMET ha estimado la temperatura máxima ha subido 1,4ºC en los últimos 35 años en el conjunto nacional, con un ritmo aproximado de 0,41ºC/década, pero que podría acelerarse a 0,66ºC/década en la segunda mitad del siglo. Una barbaridad.
Ha determinado que es la temperatura mínima, más que la máxima, la que juega un papel fundamental en el agravamiento de las enfermedades. De hecho, ellos mismos hablan de “temperatura umbral de disparo”.
Pero hay esperanza. Decía al principio que cada vez somos más conscientes de protegernos del calor. En general, la población está tomando medidas de adaptación más rápidamente que el aumento de las temperaturas. Consejos y hábitos que se conocen como “cultura del calor”. De hecho, el impacto ha disminuido en todas las franjas de edad excepto en el sector de la población de los 18 a los 45 años, ante la idea de su estado de salud les permite soportarlo.
Más info:
https://www.isciii.es/Noticias/Noticias/Documents/GuiaAclimatarnos.pdf&…;
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