6 Mayo 2022, 17:55
Actualizado 17 Octubre 2024, 14:10

Hace 8.200 años, periodo conocido como el Mesolítico, se dio un brusco enfriamiento de las aguas del océano Atlántico, trastocando flora y fauna marina y las conductas de los ancestrales humanos.  

Las causas del Evento de 8,2ka, denominado así en la literatura científica, fue originado por un repentino deshielo en los lagos Laurentide en América del Norte, en la actual zona de los Grandes Lagos, la frontera natural entre Estados Unidos y Canadá. Se arrojó así una descomunal cantidad de agua fría en un corto periodo de tiempo que enfrió el norte del océano Atlántico. 

El Holoceno es el periodo geológico más reciente y está marcado por la aparición del Hombre. Empezó hace unos 11.700 años y aguanta hasta hoy día. Es un periodo de cierta estabilidad climática, pero con algunos breves episodios de cambios bruscos de temperatura, como éste de hace 8.200 años. Se trata del más abrupto de los documentados hasta ahora. 

Los cambios climáticos naturales de la antigüedad han afectaron al destino y desarrollo de todas las civilizaciones 

En aquellos momentos cazadores y recolectores costeros de Europa produjeron abundantes basureros de conchas a lo largo de los litorales, como restos de su dieta. La aparente dependencia de las sociedades humanas con los recursos marinos es el origen de este trabajo. 

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El "Evento de 8,2ka" coincide en un acusado descenso de los niveles de isótopo oxígeno-18. Fuente: nature.com

Sin embargo, hasta hoy faltaba una recopilación de esas evidencias “in situ” para poder evaluar en su dimensión el impacto en las primeras sociedades humanas de la historia. 

Para ello, el equipo liderado por Asier García Escárzaga, arqueólogo especializado en adaptaciones humanas en entornos costeros, actual investigador en el Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales (ICTA-UAB) y del Departamento de Prehistoria de la Universidad Autónoma de Barcelona, ha podido reconstruir las temperaturas del agua del mar a partir de los isótopos del átomo de oxígeno (en particular el oxígeno-18) de las conchas de moluscos encontrados en la cueva de El Mazo (Asturias) y que están datadas entre los 9.000 y los 7.400 años.  

¿Y por qué el isótopo de oxígeno-18? Resulta que este isótopo es el más estable del oxígeno, después del oxígeno-16 (el más abundante). Este átomo es base fundamental para los estudios de sedimentos, de capas de hielo, depósitos de cuevas, aguas subterráneas... y de él se obtiene información sobre las temperaturas del océano, la circulación oceánica, temperatura y humedad del aire... En fin, que es una joya para los investigadores de paleoclimatología.  

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Imágenes de las lapas y de los caracoles empleados en el estudio. Fuente: Wikipedia. 

Las mediciones de este isótopo indican, sin duda alguna, que durante el “Evento de 8,2ka” la temperatura del Atlántico descendió bruscamente y esto repercutió en alteraciones de las poblaciones de moluscos de la zona. Se demuestra, además, que hay un fuerte vínculo entre la intensificación de la explotación de los moluscos y un aumento demográfico en los entornos costeros que, además, sirvieron como refugio.  

Las conchas de los moluscos prehistóricos ofrecen un maravilloso arsenal de información sobre la temperatura en épocas pretéritas 

García Escárzaga y su equipo tomaron muestras de 80.200 individuos, pertenecientes a 23 especies de moluscos marinos. Y se centraron en los más abundantes de la muestra: un tipo de lapa (Patella spp.) y en unos caracoles marinos llamados Troquidae (P. Lineatus). Los resultados demostraron que las lapas se adaptaron mejor al frío y los caracoles, al calor; y que en ese periodo de bajada de temperatura hubo más restos de los caracoles que de lapas. De aquí se concluye que debió haber cambio en los hábitos alimenticios de aquellos pobladores. Una vez que ese cambio climático de origen natural cesó, los patrones de consumo volvieron a ser lo anteriores a los de ese cambio. 

Según los resultados, la temperatura del agua del mar bajó hasta 2,3ºC en verano y 0,6ºC en invierno, con un promedio anual de 1,8ºC en un periodo de 200 años, valores todos ellos muy bajos. Que el agua del mar estuviera más fría y que hubiese un mayor volumen de agua dulce repercute en un claro descenso de la salinidad y, por tanto, en una ralentización de las corrientes marinas atlánticas. 

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Estimación de la temperatura del agua del mar en base a los distintos estratos estudiados. Fuente: Nature.

Una de ellas es la corriente del Golfo. Una poderosa cinta oceánica que transporta el calor de las latitudes tropicales hasta Europa del oeste, dejándonos unos climas mucho menos fríos que los que se dan en la costa estadounidense pese a estar a la misma latitud.   

Los resultados mostraron una intensificación de la explotación de mariscos por parte de los humanos, como lo demuestra una disminución en el tamaño promedio de los mariscos y evidencia de una mayor producción en áreas costeras más peligrosas. Los autores argumentaron que esto se debió al crecimiento demográfico humano en estas áreas costeras del Atlántico, que actuaron como refugio durante este evento frío. Sin embargo, en la cueva de El Mazo apenas se ven tamaños pequeños de moluscos, lo cual podría indicar una concienciación de sostenibilidad ambiental.  

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Las cantidades del isótopo del oxígeno-18 proporcionan información sobre el tamaño y el grosor de las conchas de los gasterópodos estudiados. Fuente: Nature. 

Como digo, se sabe bien de la existencia del evento 8,2ka, pero aún se desconocen las repercusiones en su totalidad. De ahí la importancia de este trabajo en el que se establece una relación causa-efecto más clara sobre consecuencias que afectan directamente al Hombre. 

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