En el Complejo Hospitalario de Cáceres existe un carro de medicamentos que circula cargado de intrumentos. En realidad son musicamentos.
Sus ruedas nos adentran en universos íntimos, extremadamente delicados, separados por una cortina en un lugar llamado Unidad de Cuidados Intensivos.
Son parte de un tratamiento que se llama musicoterapia y que, a través del programa "Humanización UCI" entra tres días a semana en la 3º planta del Complejo Hospitalario de Cáceres.
Lo hace de la mano de la musicoterapeuta Livia Estevez Calero, a través de la Asociacion Extremeña de Musicoterapia, AEXMU.
Ella es música. Y su melodía es terapia en conciertos, en talleres escolares de música creativa con todo tipo de diversidades, con pacientes de fibromialgia ,facilitando el canto perinatal a las embarazadas, y también en la UCI, un espacio donde un hilo muy fino separa la posibilidad de vivir o morir.
Contemplamos como se desarrolla una de sus sesiones. Y al hacerlo descubrimos la belleza que también ese "hilo" tiene.
Para acompañar, para compartir cada evolución clínica. Para sublimar.
Para transitar hacia la muerte.
Al acurruco de la música que brota de Livia y que ,como si fuera de cobre conecta al paciente con sus familiares, con el personal de planta, con el ritmo musical que somos mientras latimos, aunque ese "tic tac" valioso penda de aquel hilo. Y de una máquina.
Esta experiencia nos muestra y nos cuestiona. Si es preciso "humanizar las UCIS", ¿es porque estaban deshumanizadas? Las palabras de Marta Montans, jefa de servicio de medicina intensiva, nos hace reflexionar sobre ello. Y sobre la forma en la que el personal de los hospitales conviven con la muerte.
El tiempo, el espacio se resignifican en esta experiencia. En este lugar, con emociones a flor de piel y con la generosidad de Livia, nuestra Cicerone.
Del personal de UCI.
De pacientes como Juanjo, con sus ojos azules como el mar(descanse en paz) y de su amorosa hija Lidia que nos hizo sentir la música como un alivio valioso en mitad de tanto silencio.
De Miguel Angel, feliz por subir a planta.
De Victor y Angela, familiares de Miguel, en torno a quien se genera un momento de euforia colectiva inolvidable.
Una oda a la alegría que confirma que la música de Livia, en ese lugar y en ese presente mágico, es el canal perfecto para contactar con lo más genuino de la vida.
Traiga lo que traiga.